viernes, 27 de enero de 2017

José Martí, 164 el más anticomunista de los cubanos


Mañana, 28 de Enero, se conmemora el 164 aniversario del natalicio del más grande de todos los cubanos. Grande en todos los sentidos de la palabra: José Julián Martí Pérez, el hijo más glorioso de nuestra patria. Patriota, de sentimiento único, demócrata de convicción, filósofo de grandes luces, poeta exquisito, líder incuestionable, humilde de espíritu, visionario como nadie, buen hijo, buen padre, buen hermano y excepcional masón. 

Hoy trataremos de conocer un poco más a nuestro héroe nacional y su pensamiento profundo y único por medio de sus propias palabras, ya que no se puede comprender el pensamiento de un genio si no se hace a través de su propia voz y visión histórica. 

Se puede estar de acuerdo, o no, con Martí, pero su obra de inigualable belleza literaria, histórica y política, llena de sacrificios y sufrimientos por Cuba, permanecerá para siempre en el corazón de todos los cubanos. 

Martí escribió de todo y sobre todo. En sus escasos 42 años de vida definió como nadie conceptos tan opuestos como odio y amor, tan distantes como patria y exilio o tan disimiles como presidio y libertad. 

En su incansable carrera contra el tiempo, se licenció en Derecho y en Filosofía y Letras, fue periodista, profesor, traductor, diplomático y elegido Delegado del Partido Revolucionario Cubano. 

El primer sufrimiento de nuestro apóstol fue el ver muy de cerca la esclavitud de los hombres, refiriéndose al tema: “La esclavitud deshonra al hombre” (OC 1, pág. 451), “el hombre no tiene la libertad de ver impasible la esclavitud y deshonra del hombre, ni los esfuerzos que los hombres hacen por su libertad y honor” (OC 4, pág. 435). 

A la temprana edad de 16 años nuestro prócer revela al mundo, en su obra literaria Abdala, el amor patrio que le acompañaría hasta su muerte, cuando nos expresara a través de su personaje principal: “El amor... a la patria no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas; es el odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca”. Más tarde expresaría: “Patria es algo más que opresión, algo más que pedazos de terreno sin libertad y sin vida, algo más que derecho de posesión a la fuerza” (OC 1, pág. 193). 

Recordemos que Cuba llevaba muchos años de colonialismo español y se habían creado castas políticas que pretendían mantener a Cuba bajo el sometimiento colonial de España, a estas castas políticas Martí las definió: “Todo poder amplia y prolongadamente ejercido, degenera en castas, con las castas, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos a perderlas, las intrigas para sostenerlas” (OC 9, pág. 34) 

Estos mismos poderes que mantenían a Cuba en una colonia, fueron los que condenaron a Martí al presidio político con jueces al servicio de la corona y no de la justicia en sí; por lo que nuestro héroe nacional describiera así el sistema judicial de la época: “Es verdad que los jueces tienen el deber de apegarse a la ley, pero no de apegarse servilmente, porque entonces no serían jueces, sino siervos” (OC 22, pág. 247). 

En este juicio Martí fue condenado por una carta escrita por él y por Fermín Valdéz Domínguez a su amigo Castro de Castro quien traicionara a su patria al alistarse en el ejército español, viéndose en esta histórica epístola como Martí definía a los traidores de la patria: “¿Has soñado alguna vez con la gloria de los apostatas? ¿Sabes tú como se castigaba en la antigüedad la apostasía? Esperemos que un discípulo del Sr. Rafael María de Mendive no ha de dejar sin contestación esta carta”. Nuestro apóstol definió claramente cómo apostatas a los traidores de la libertad e independencia de la patria, como lo definiera en su carta a Castro. 

“Dante no estuvo en el presidio. Si hubiera sentido desplomarse sobre su cerebro las bóvedas oscuras de aquel tormento de la vida hubiera desistido de pintar su infierno. Las hubiera copiado, y lo hubiera pintado mejor”. Así describiría Martí su traumática experiencia en el presidio político “como cementerio de sombras vivas”. 

En el tiempo que pasó en prisión descubrió que “la fraternidad de la desgracia es la fraternidad más rápida” y de que era inevitable una lucha armada para lograr la independencia y la libertad de Cuba; libertad que el apóstol definió como nadie: “libertad es el derecho que tiene todo hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía... un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a las leyes injustas y permite que pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado” (OC 18, pág. 304).


En el exilio Martí manifestó que: “El único suelo firme en el universo es el suelo en que se nació” (OC 3, pág. 54). En su primer exilio en España nuestro héroe se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, ciencia que definiría: “la filosofía no es más que el secreto de la relación de varias formas de existencia” (OC 7, pág. 232). En la misma ciudad de Madrid y con sólo 18 años de edad nuestro apóstol inició su vida masónica, en la que llegó a alcanzar el grado 30 del rito escoces (investigaciones no confirmadas aseguran que Martí llegó al grado 33, pero hasta el momento no existe documento oficial que pruebe este dato), “Obrar irreprochablemente, perfeccionar el ejercicio de la libertad, preparar a los ciudadanos a la vida pública, ayudar al logro de toda noble idea, estos, sin nada de incógnito, sin nada oculto son los misterios de la masonería” (OC 28, pág. 49). 
 Diploma de Maestro Masón (Grado 30), con fecha 4 de julio de 1871 emitido por la Logia Caballeros Cruzados, perteneciente al GOLU en el que aparece plasmada la firma de José Martí como secretario, un alto cargo de responsabilidad en la logia, en el que ostenta el Grado 30 de Maestro Masón

A pesar de su ajetreada vida como estudiante, como masón e incipiente conspirador, Martí no dejó ni un sólo instante de pensar en nuestra patria, reflejo de esto fue su poema: “Cuba nos une” publicado en Madrid en 1871: 
 Cuba nos une en extranjero suelo, 
 Auras de Cuba nuestro amor desea; 
 Cuba es tu corazón, Cuba es mi cielo, 
 Cuba en tu libro mi palabra sea. 
 
Casa en que vivió Martí en Zaragoza
En 1873, ya en Zaragoza, nuestro apóstol conoció a su primer amor: Blanca de Montalvo; mujer que llevo a Martí a definir este sentimiento como: “vidas juntas – alma sola: esto es amor” (OC 18 pág. 39). “Amor es que dos espíritus se conozcan, se acaricien, se confundan, se ayuden a levantarse de la tierra, se eleven de ella en un solo ser” (OC 18 pág. 48).

Zaragoza fue para Martí la primera vivencia cercana a la lucha contra la monarquía española, en esta ciudad vivió Martí, el golpe de estado dado por los republicanos a la corona y la reinstauración de la misma en 1874. A esta hermosa ciudad española, a la cual guardó siempre en su corazón, escribió: 
 Para Aragón en España, 
 Tengo yo en mi corazón 
 Un lugar todo Aragón, 
 Franco, fiero, fiel, sin saña. 

 Si quiere un tonto saber 
 Por qué lo tengo le digo 
 Que allí tuve un buen amigo, 
 Que allí quise a una mujer. ... 
 Estimo a quien de un revés 
 Echa por tierra a un tirano: 
 Lo estimo, si es un cubano; 
 Lo estimo, si aragonés.” (OC 16 pág. 72) 

 En su desgarrador exilio, Martí, sufrió y sintió como nadie la lejanía con su madre Leonor, a este inmenso amor se refirió, nuestro héroe, con la devoción y sentimiento de hijo varón único de 8 hermanos: “No cree el hombre de veras en la muerte hasta que su madre no se le va de entre los brazos” (OC 5 pág. 379). “La madre este lejos o esté cerca de nosotros, es el sostén de nuestra vida. Algo nos guía mientras ella no muere. La tierra cuando ella muere, se abre debajo de los pies” (OC 5 pág. 379). 

 Ya en Latinoamérica nuestro apóstol se dedicó al oficio de traductor de inglés, idioma del que nos enseñó: “Learning from a sleeping dictionary: that is good way to learn the language” (OC 22 pág. 89). Traductor de francés, idioma del que dijo: “el francés es un himno precipitado” (OC 3 pág.198); fue profesor de filosofía. Oficio, éste, de maestro sagrado para él: “para ser maestro hay que hacerlo primero de sí mismo, aun en celo de la ira justa” (OC 28 pág.145). 

 No olvidemos, nunca, que Martí fue un políglota y que incluso llego a incursionar en el griego y en el latín; pero – como anécdota- hubo un idioma que se le resistió a nuestro apóstol y no fue otro, que el alemán, del que dijera: “el alemán es la profundidad de una sombra, o el áspero rodaje de un cañón” (OC 3 pág.198). 

 Como traductor de artículos, textos y libros, nuestro héroe descubrió que: “traducir es transcribir de un idioma a otro... traducir es transpensar...” (OC 24 pág. 16), “la traducción ha de ser natural, para que parezca como si el libro hubiese sido escrito en la lengua a que lo traduces, que en eso se conocen las buenas traducciones” (OC 20 pág. 217). 


 En la penúltima etapa de su vida, nuestro apóstol, vivió casi 14 años en los Estados Unidos de América, país del que supo definir como nadie, sus grandes virtudes y sus intereses expansionistas. En lo referente a la política interna norteamericana, Martí nos explicara: “Los E.U. son más religiosos porque son más libres; por eso no ha aparecido aquí el poeta ateo” (OC 22 pág. 77). “Los Estados Unidos dan a los Europeos la lengua que hablan y la libertad que respetan y amparan en cambio del espíritu audaz y cultivado que llevan los europeos” (OC 23 pág. 175). 

 De su política exterior, también supo ver de lejos el deseo de los E.U. de anexar a Cuba y Puerto Rico, expresando “que la independencia de Cuba y Puerto Rico no es sólo el medio único de asegurar el bienestar decoroso del hombre libre en el trabajo justo a los habitantes de ambas islas, sino el suceso histórico indispensable para salvar la independencia amenazada de las Antillas libres, la independencia de la América y la dignidad de la República Norteamericana” (OC 3 pág. 143). 

 Debido a esta política expansionista, Martí, planteó la necesidad de crear una nueva guerra, que trajera consigo una Revolución: “para salvar la patria de crímenes, se ha madurado el alma pura de esta revolución: no para cometerlos” (OC 3 pág. 303). 

 Para llevar a cabo esta guerra, funda, el maestro, el Partido Revolucionario de Cuba, en 1892, como instrumento político ideológico de las masas. Entre sus objetivos estaba la organización de los cubanos y boricuas, y la recaudación sistemática de fondos que hiciese posible el inicio de la guerra de 1895. El PRC tuvo un origen democrático, por encima de credos religiosos, clases sociales y razas, quedando integrado como un fuerte único. 

 Martí en sus discursos políticos y cartas a los presidentes y miembros del consejo de las diferentes sedes del partido, expresó claramente su idea de cómo debía ser el partido que recién se fundaba: “A su pueblo se ha de ajustar todo partido público” (OC 3 pág. 139);  “Nada son los partidos políticos si no respetan las condiciones sociales” (OC 3 pág. 104);  “Se formó el partido... para fundar en Cuba... un pueblo nuevo y de sincera democracia capaz de vencer por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina... no para triunfar irreverente, sobre la vida y la libertad de los cubanos..., ni para abusar en la isla del entusiasmo novel y de obligaciones históricas” (OC 3 pág. 157). 

 Este último aforismo de Martí nos muestra el objetivo de la creación del PRC; nos lleva a conocer cuáles serían sus tres fines principales: 

  1. “fundar en Cuba un pueblo nuevo”: un pueblo nuevo, una patria llena de humanidad y libertad: “Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca en que nos tocó nacer; y no se ha de permitir que con engaño de su santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas o hambronas” (OC 5 pág. 468), “La patria es de todos y es justo y necesario que no se le niegue asiento ninguna virtud” (OC 1 pág. 304), “un pueblo está hecho de hombres que resisten y hombres que empujan... de los derechos y opiniones de sus hijos todos está hecho un pueblo y no de los derechos y opiniones de una clase sola de sus hijos” (OC 3 pág. 303). 
  2. Crear “una sincera democracia” en Cuba, definiendo: “de los sistemas opresores, no nacen más que hipócritas” (OC 6 pág. 201), “la mordaza que se pone en boca ajena se vuelve esposas para las propias manos” (OC 11 pág. 269), “nada es tan justo como la democracia puesta en acción” (OC 7 pág. 347). 
  3. Alcanzar la verdadera “libertad de los cubanos”: “sin libertad, como sin aire propio... nadie vive” (OC 9 pág. 451), “la libertad ha de ser una práctica constante para que no degenere en una formula banal” (OC 9 pág. 340), “el mundo tiene dos campos. Todos los que aborrecen la libertad, porque sólo la quieren él, están en uno; los que aman la libertad y la quieren para todos están en otro” (OC 4 pág. 389). 

  La verdadera libertad no puede existir en Cuba sino se alcanza una verdadera independencia, Martí nos enseñó que la “independencia de un pueblo consiste en el respeto que los poderes públicos demuestren a cada uno de sus hijos” (OC 1 pág. 424). 

 Para lograr esta independencia e instaurar en Cuba un gobierno verdaderamente democrático, se alzó Martí en armas en 1895, dejando plasmado en el Manifiesto de Montecristi firmado por él y Gómez, el 25 de Marzo de 1895, "desde sus raíces se ha de construir la patria con formas viables, y de si propia nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía” (OC 4 pág. 99). 

 Como podemos apreciar Martí temía y preveía la posibilidad de que, después de la guerra, pudiese formarse en Cuba una tiranía militar, ya que por su experiencia personal y después de haber vivido en tres países latinoamericanos: México en 1876, Guatemala 1877, y Venezuela 1881, comprendió la necesidad de preverse a sí mismo y a Cuba sobre las dictaduras castrenses que transformaban fácilmente militares en tiranos voraces. 

 Tres generales de Latinoamericana, que habían llegado a gozar de prestigio en sus países, llegaron a convertirse en tiranos, razón por la cual nuestro apóstol hubo de abandonar México bajo la tiranía militar del Gral. Porfidio Díaz; Guatemala también hubo de abandonar Martí para no doblegarse ante la dictadura militar del Gral. Justo Rufino Barrios; y en Venezuela el trato que obtuvo de la tiranía del Gral. Antonio Guzmán Blanco fue aun peor, se le dio a Martí un plazo breve para que abandonara la tierra de Bolívar. 

 Sobre las dictaduras, sus consecuencias y los tiranos que engendran, nos alertó el apóstol: 

  •  “la tiranía es una misma en sus varias formas, aun cuando se vista en alguna de ellas de nombres hermosos y de hechos grandes” (OC 1 pág. 185). 
  •  “la tiranía ahuyenta los habitantes de los pueblos y la libertad los atrae” (OC 23 pág. 159). 
  •  “un pueblo no es la voluntad de un solo hombre, por pura que esta sea” (OC 3 pág. 139). 
 Inclusive del sistema tiránico Socialista, que aún infunde el terror en nuestra patria, nuestro apóstol nos advirtió: “todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo... Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio... De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios... este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo de los quebrantos, violencias, hurtos y transgresiones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio, y las actitudes del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana... la miseria pública será, pues, con semejante socialismo, a que todo perece tender en Inglaterra, palpable y grande. El funcionarismo autocrático abusara de la plebe cansada y trabajadora.” (OC 15, pág. 391, edición 1975). 

 Ya hecha una realidad la guerra del 95, en Mayo, y pocos días antes de su muerte, Maceo convence a Gómez para que no nombrase a Martí presidente del gobierno revolucionario. A raíz de esta discusión, ya el 10 de Mayo de 1895, Gómez plantea: “pues lo tienen a usted bueno con lo de presidente. Martí no será presidente mientras yo esté vivo”: “por qué yo no  qué pasa con los presidentes, que en cuanto llegan al poder se echan a perder, excepto Juárez y eso un poco y Washington” (Máximo Gómez Mayo de 1895).
 Debido a esta decepción política y al aislamiento en que Gómez y Maceo colocan a Martí, él escribió 5 días antes de su muerte en su diario de campaña: “escribo poco y mal, porque estoy pensando con zozobra y amargura. ¿Hasta qué punto será útil a mi país mi desistimiento? Y debo desistir, en cuanto llegase la hora propicia, para tener la libertad de aconsejar y poder moral para resistir el peligro que de años atrás preveo y en la soledad en que voy, impere acaso, por la desorganización e incomunicación que en mi aislamiento no puedo vencer” (diario de campaña 14/05/1895). 

 Pese a todos los contratiempos y al aislamiento sometido, continuó escribiendo instrucciones, artículos y cartas; entre las que se encuentra la más famosa de todas sus misivas, la que escribiera antes de morir a su amigo Manuel Mercado, en la que se refleja claramente y una vez más, su deseo de lograr la independencia de Cuba, o morir en el intento; expresándole a su amigo: “ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber, ... de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy y haré es para eso. En silencio ha tenido que ser porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas y de proclamarse lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas su fin”.