sábado, 24 de diciembre de 2016

¿Se alimenta bien el cubano?

Por Rafael Perez
Me levanto temprano para ver si alcanzo algo de carne de cerdo en el puesto particular que hay al final de la calle. No queda nada. A las nueve y media los viejitos jubilados, que se levantan más temprano que yo, habían arrasado con las libras de bistec y chuletas a 40 pesos, la tarifa más baja para este tipo de carne que normalmente viene acompañada de excesos de pellejo.
No importa, me voy al mercadito en divisas, el estatal. Allí sacan lo de siempre, la tríada del pollo, picadillo y salchichas, y ocasionalmente pescado Panga, una especie peligrosa para el consumo regular por su alto nivel de mercurio y que se vende en Cuba a 5.15 CUC (128,75 pesos) en paquetes de tres filetes escuálidos. 
En las neveras, llenas de sangre congelada y hedor a carnicería de quinta, se encuentran amontonados varios paquetes con negruzcas postas de pollo cubiertas con la misma sangre descongelada y vuelta a congelar. Puedo asegurar que la nevera no se limpia en, a lo sumo, dos meses.
Los freezers malolientes y visiblemente sucios son un síntoma común de varios mercados recaudadores de divisas como el de la tienda Amistad, en Infanta y San Lázaro; o el del FOCSA, en la calle M y 17; o el mercado de Línea y 12; o los de Ayestarán y Aranguren y Santa Marta e Infanta.
Las bolsas con postas de pollo de nula pulcritud y dudosa caducidad cuestan hasta 3.50 CUC y, aunque el pollo fue rebajado este año a 1.80 CUC el kilogramo, si solo cuento –digamos- con 2.00 CUC, no puedo efectuar la compra de un kilo dado que la bolsa está sellada para su venta íntegra.
Otra alternativa es comprar picadillo. Solo hay dos tipos de picadillo comercializándose ahora mismo en La Habana: uno de pavo, importado de Barcelona, que alcanza para tres raciones (400g)  y cuesta 1.40 CUC o 33.60 pesos; y otro de res muy pequeño (250g) que da para dos raciones modestas a 1.90 CUC o 45 pesos. Como todos los picadillos que se venden en el país, estos ostentan una alta concentración de soya que arruina cualquier sabor que pudiera quedar del pavo o la res original.
También se venden, a 1.10 CUC, los paquetes con diez unidades de salchichas de pollo Prodal (340g), una marca cubana que elabora hamburguesas y picadillos de 0.80 CUC igualmente con alto contenido de soya y grasas saturadas. Aunque estos productos son empacados al vacío, es muy común encontrárselos semiabiertos y aun así, en exhibición para la venta.
A la ausencia de los económicos paquetes de muslos de pollo (ahora solo se venden postas), se suma la de la pechuga, el hígado, la molleja y cualquier otra parte aprovechable de esta ave. Tampoco hay carne de res ni sustituto digno de la misma, y el precio de la leche en todas sus variantes sigue por los cielos para un salario mensual promedio de 30 CUC.
Somos una isla rodeada de mar, pero no hay pescado además de la Panga y la claria alcantarillosa. Desde hace años no tengo en mi mesa  pulpo, ni calamar, ni camarones, ni langosta, y ni siquiera aquel jurel que solían dar por la libreta de racionamiento. 
Ningún cartel de “hay pollo por pescado” es transitorio en este país, sino más bien una suerte de declaración de principios.
Me vuelvo a mi casa. Me doy cuenta de que he comprado exactamente lo mismo de la semana antes pasada, y lo mismo que la quincena anterior a esa: dos picadillos de pavo, uno de res y un paquete de perritos. 
(No me llevé el pollo porque la similitud con los restos de un mamut encontrado en Siberia me resultó demasiado exacta.)

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