A lo largo de casi medio siglo Cuba ha mantenido un coro de obsecuentes empeñado en describir mendazmente el nivel de vida de los ciudadanos de ese país como si fuera maravilloso. La verdad es que han vivido enfrentando privaciones de forma constante y, después de medio siglo de marxismo, su sociedad tiene uno de los niveles de vida más bajos de toda América latina.
A lo largo del año que se cierra, 7411 cubanos se lanzaron al mar en dirección a los Estados Unidos, poniendo en riesgo sus vidas, y fueron interceptados por la guardia costera de dicho país. Esto es, un promedio de 20 personas por día que prefirieron arrojarse al agua en su afán por abandonar la precariedad y la angustia que provocan la falta de libertad. Se suman así a quienes arribaron al país del Norte por otras vías.
En los últimos días, el flujo de salida aumentó y, consiguientemente, también las interceptaciones: 550 cubanos se arrojaron al mar en las primeras tres semanas del corriente mes.
Los EE.UU. mantienen su política respecto de los cubanos, sintetizada en el concepto de "pie mojado" o "pie seco", que se traduce en que quienes efectivamente llegan a pisar suelo norteamericano suelen ser aceptados, mientras que aquellos que son atrapados en el mar son repatriados a Cuba. En general, las fugas no son individuales, sino grupales, como forma de paliar o compartir el altísimo costo que implica para los cubanos el traslado.
En momentos en que Cuba está perdiendo el padrinazgo de la quebrada Venezuela y procura adaptar su economía a dicha circunstancia, la desesperanza de los cubanos continúa en aumento. Tanto es así que el flujo de huidas mantiene, como hemos dicho, todo su vigor.
Quienes intentan dejar atrás su país encuentran motivación en la tentadora posibilidad de vivir en una nación en la cual las libertades son efectivas y donde el trabajo permite, a quienes se esfuerzan, mejorar su nivel de vida. El fracaso del marxismo en Cuba es tan estrepitoso que son los propios cubanos quienes así lo entienden y continúan huyendo.
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